jueves, 30 de octubre de 2008

EL DIA QUE LOS MARCIANOS INVADIERON LA TIERRA



Era la víspera de Halloween de 1938. A las ocho de la noche, iniciaba un programa de radio teatro por la CBS.

El Teatro Mercury del Aire antes había dramatizado 'El Conde de Montecristo' y 'Drácula', entre otras, dirigidos por Orson Welles, un joven actor y director casi desconocido.

Para esa noche, se había previsto emitir la adaptación de La Guerra de los Mundos, de H. G. Wells, aunque con un importante cambio: la obra estaba escrita e interpretada simulando una emisión de un boletín informativo sobre la invasión de los marcianos, una técnica que iba a dar mucho más dramatismo a la obra.

En cuestión de minutos, el pánico cundió entre la población según los 'boletines' de la radio se iban haciendo más preocupantes y los marcianos comenzaban su avance imparable y sangriento hacia Nueva York.

La gente comenzó a salir a la calle, presa del pánico. Miles de personas colapsaron las centrales de la policía, y fueron centenares los que corrieron a buscar armas y esconderse en sótanos y túneles. Hubo quienes acudieron a comisarías de policía con toallas húmedas en la cara para protegerse del 'gas venenoso' con el que atacaban los marcianos. El caos fue tal que llegó a la portada del New York Times y la gran mayoría de los medios estadounidenses al día siguiente.

Welles advirtió a los oyentes de que se trataba de una farsa al principio del programa, pero no volvió a hacerlo hasta 40 minutos después.

Gran parte de la audiencia no escuchó el comienzo de la función, pues la emisora rival emitió en esos momentos el Show de Charlie McCarthy, el de más audiencia del país. A los diez minutos del comienzo se hacía una pausa publicitaria, lo que miles de oyentes aprovecharon para cambiar de cadena. Fue entonces cuando se encontraron con los 'boletines informativos' que interrumpían la programación de la Columbia Broadcasting System. Para cuando llegó la nueva explicación de Welles, muchos habían caído ya presas del pánico.

Seis millones de personas escuchaban el programa, de los cuales 1.7 millones creyeron que era autentico, y 1.2 millones estaba genuinamente asustada.

Tras el pánico, las autoridades estadounidenses reaccionaron enfurecidas, aunque en realidad la cadena de radio que emitió el programa no había vulnerado ninguna ley. A pesar de ello, la policía hizo una visita a la emisora y se incautó todo el material empleado en la obra. Todo, menos una copia del guión que se llevó Howard Koch, co-autor de la adaptación.

Para Orson Welles, lo ocurrido aquella noche de Octubre de 1938, tuvo una explicación:

“…Solo podemos suponer que la especial naturaleza de la radio, la cual es frecuentemente escuchada en forma fragmentada, o desconectada de la totalidad,
ha ocasionado este malentendido.”


Pepe M.

jueves, 23 de octubre de 2008

SOLO PARA MUJERES (+ 30)




No sé si fue el suave viento del norte que me pegó esta mañana o si es la edad, pero lo cierto es que con el frente frío, me llegó la nostalgia de mi infancia (nací en 1969), les platico que con el “norte” me llegaron los recuerdos de mis juguetes favoritos, en primer lugar estaba mi oso Teddy, era del otro lado, pero terminó en algún lugar del centro del país (mi madre alega todavía demencia, pero sé que ella lo tiró), después de Teddy, mi entretenimiento favorito en tardes solitarias, eran las muñecas recortables, tenia montones y montones que guardaba en una caja de zapatos.

Había muñecas con ropa de los 50´y 60, algunas bastante psicodélicas, unas eran delicadas otras regordetas y de ojos enormes, tenía algunas de marca, que tenían imanes y hasta bases, un día de reyes me regalaron unas de Mimi y Daisy (entonces era Mimi y no Minnie) recuerdo un álbum de estampitas que al terminarlo formabas como un amplio catalogo de muñecas bien vestidas en diferentes escenarios.

Habia unas muñecas, que venían en libritos, creo que eran españolas, esas eran mis favoritas, la muñeca era de cartón, por lo que era más resistente;hoy a la distancia, me parece que era una actividad bastante monótona ponerle y quitarle los vestiditos; algunas veces les ponía un poquito de cinta adhesiva, a la que le quitaba un poco de la adherencia sobre una tela; y es que la cejilla de papel no garantizaba que el vestidito quedara en su lugar, algunas"monitas", las que me gustaban mas, tenían en la parte posterior algún remiendo de papel y pegamento, también hacia mis propias creaciones, de muñecas y de ropa.

Esta entrada es para mujeres de mas de 30, porque mi hermana Lizeth a la que le llevo 10 años, ya no jugó con ellas, parece que terminados los años 70 las muñecas recortables dejaron de ser populares, o al menos tan populares como lo fueron para generaciones anteriores ¿las venderán todavía en las papelerias?

¿Y tú con qué y a qué jugabas?

A las nostálgicas y a las curiosas les dejo esta página:

http://www.interpeques2.com/trabajos/recortables/recortes_nina.htm
Lorena Zapata.

martes, 14 de octubre de 2008

CUÁNTO TIEMPO!


Después de mucho tiempo sin escribir, ahora estoy de vuelta...

Siempre he sido muy indisciplinado y a veces eso se refleja en mis acciones, como en este caso en que desde hace mucho tiempo no me tomaba unos minutos para alimentar este espacio. La principal razón: "No tengo tiempo".

¿Cuántas veces hemos dicho "No tengo Tiempo" para justificar lo que dejamos de hacer? Ese es el argumento más común que podemos usar y escuchar en otras personas.

¿Realmente no tenemos tiempo? Yo creo que más bien es que el tiempo no nos tiene a nosotros.

Si consideramos que el tiempo es en realidad un invento del ser humano, entonces ¿a poco no podemos inventarnos el tiempo que necesitamos para hacer lo que dejamos de hacer por no tener tiempo?

El dios Cronos no inventó el tiempo, nosotros, los simples mortales, inventamos al dios Cronos con todo y su implacable dominio del tiempo... es decir, nos tomamos el tiempo para inventar un dios que fuera quien se encargara del tiempo, porque como nosotros los humanos no tenemos tiempo, mejor le encomendamos esa tarea a una deidad, quien como buen ser supremo, tendría toda la eternidad para no andar con el pretexto de que no tiene tiempo para encargarse de las cuestiones del tiempo.

¡Ufff! Si alguien se tomara la molestia de leer estas líneas con toda seguridad pensaría "Este individuo malgasta su tiempo escribiendo una sarta de tonterías con respecto al tiempo... ¡Quién tuviera su tiempo, para dedicarlo a otras cosas!".

Y sí, tal vez tenga razón. Me tome el tiempo necesario, para después malgastarlo simplemente perdiendo el tiempo. Total, no tengo tiempo para otra cosa.

PEPE M.

martes, 7 de octubre de 2008

PAPEL ARRUGADO


Hay quienes hablan como dando estocadas de espada…

Había una vez un hombre iracundo, que parecía estallar en cólera a la menor provocación, después de cada uno de sus incidentes de ira, se sentía avergonzado y se esforzaba por consolar a quien había dañado.

Un día, buscando una solución , visitó a un consejero. El consejero le entregó un papel liso Y le dijo: ¡Estrújalo!, Asombrado, obedeció e hizo una bola de papel.

Luego el consejero le ordenó: Ahora déjalo como estaba antes. ¡Por supuesto que el hombre no pudo dejarlo como estaba! por más que trató, el papel quedó lleno de arrugas.

Entonces su consejero hablo:
"El corazón de las personas es como ese papel.
La impresión que dejas en ese corazón que lastimaste, será tan difícil de borrar como esas arrugas en el papel. "Aunque intentemos enmendar el error, ya estará "marcado".

Por la ira, nos descontrolamos, proferimos insultos, palabras llenas de odio y rencor, y luego, mas tarde cuando nos calmamos,cuando pensamos en ello, nos arrepentimos.

Pero el mal se ha hecho, no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó grabado. Dejamos "arrugas" en muchos corazones.

Por eso, desde hoy, se más compresivo, más paciente, aprende a controlar tu ira, y en especial aprende a dejar el orgullo a un lado y haz como haría un valiente, reconoce tu error y Pide perdón.

El rey Salomón escribió que "Hay quienes hablan como dando estocadas de espada: Mas la lengua de los sabios es medicina."

que tu vida sea un balsamo para los demás.