martes, 12 de mayo de 2009

LA MAESTRA DEL FUTURO


Cuando era niño, me gustaba imaginar que en el futuro (el presente), habría robots que harían el quehacer de la casa, manejarían los autos y harían muchas de las actividades cotidianas de los seres humanos. Eso lo veíamos en series como Los Supersónicos, entonces ¿Por qué no podría ser verdad?

Ahora me entero de que en Japón (¿dónde si no?) un robot está enseñando ciencias a los niños de una escuela primaria. Lo curioso del asunto es que ese robot tiene la apariencia de una maestra.

Saya, que es como se llama el robot… (¿o debería decir La robot?), comenzó su carrera como recepcionista de empresas japonesas y fue reprogramada para enseñar, por su creador el profesor de la Universidad de Ciencias de Tokio Hiroshi Kobayashi, quien dice que no pretende sustituir a los profesores humanos, sino mostrar las alegrías de la tecnología.

"No estamos intentando hacer algo que ocupe el lugar de los profesores, sino que nuestro motivo principal para construir este robot es utilizar nueva tecnología para enseñar a los niños ciencia y tecnología", dijo Kobayashi.

"En el campo y en algunas escuelas pequeñas, hay niños que no tienen la oportunidad de entrar en contacto con nueva tecnología y también hay pocos profesores allí que puedan enseñar estas lecciones, así que esperamos poder desarrollar este robot para que pueda controlarse a distancia para enseñar estas clases", explicó el profesor Kobayashi.

Pero eso pasa allá en Japón. En México, de entrada, el ilustre Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (o su contraparte el CNTE), serían los primeros en poner el grito en el cielo al verse amenazados por la presencia de maestros robóticos que podrían llegar a saber más que ellos, no exigirían vacaciones, puentes ni días festivos y, lo mejor, no andarían metidos en grillas, marchas y apoyos a tal o cual candidato, líder o personaje.

Así que, profes, pueden estar tranquilos, Saya no tiene futuro en nuestro país. Y menos porque (ay nanita!!) se parece, al menos en apariencia, a la profa Elba Esther Gordillo y tengan por seguro que la maestra (la Gordillo) no permitiría tal competencia. Para esperpentos, ya tenemos suficientes.

Pepe M.

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